En esta época del año, los padres están ocupados preparando y finalizando los planes para el próximo año escolar, haciendo viajes a las tiendas de descuento para comprar suministros, a los centros comerciales para comprar ropa y a las tiendas de comestibles para almorzar. Curiosamente, un estudio recientemente publicado por investigadores de la Universidad de Washington revela que muchos de estos padres también podrían estar haciendo otra parada durante esta época del año tan agitada: un bufete de abogados para saber más sobre sus opciones de divorcio.
De hecho, tras examinar las solicitudes de divorcio en el estado de Washington desde 2001 hasta 2015, los investigadores determinaron que en los meses de agosto y marzo se produjeron picos sostenidos y dramáticos en el número de personas que buscaban disolver legalmente sus matrimonios.
Además, descubrieron que esas solicitudes no sólo se cumplían cuando se tenían en cuenta otros factores estacionales, como las condiciones de vivienda y el desempleo, sino que ese mismo patrón se daba en al menos otros cuatro estados, incluida la Florida.
¿Qué hay detrás de este fenómeno?
Los investigadores teorizan que estos dos meses son precedidos por las temporadas de vacaciones de invierno y verano que no sólo se asocian tradicionalmente con la familia, sino que también se consideran culturalmente libres de conflictos. En otras palabras, las parejas cuyos matrimonios están en problemas a menudo ven las vacaciones de Navidad o de verano como oportunidades para tratar de enmendar sus relaciones.
«Estas vacaciones representan períodos del año en los que existe la anticipación o la oportunidad de un nuevo comienzo, un nuevo comienzo, algo diferente, una transición hacia un nuevo período de la vida», explicó un investigador. «Es como un ciclo de optimismo, en cierto sentido».
Cuando estas altas expectativas no se cumplen y/o resultan ser considerablemente más estresantes de lo que las parejas imaginaban, puede resultar en la decisión final de seguir adelante con el divorcio.
Esto naturalmente plantea la pregunta de por qué marzo y agosto son los meses en los que se producen los picos bianuales en las solicitudes de divorcio.
En cuanto al período posterior a las vacaciones que conduce al pico de marzo, los investigadores creen que los cónyuges simplemente necesitan tiempo para armarse de valor y poner sus asuntos en orden antes de que se sientan cómodos con el divorcio.
En cuanto al período mucho más corto posterior a las vacaciones que conduce a la época de agosto, los investigadores sostienen que el comienzo del año escolar podría obligar a las partes a avanzar más rápido con el divorcio, mientras que otros factores como días más largos y más actividades al aire libre podrían servir como elevadores del estado de ánimo para alentar una acción más decisiva.
¿Qué opina de este estudio? ¿Apoya sus conclusiones? Si se divorció durante agosto o marzo, ¿cuáles fueron sus razones?
Si tiene preguntas sobre el proceso de divorcio en Florida o le gustaría aprender más sobre un tema relacionado con el divorcio, considere hablar con un profesional legal experimentado para aprender más.